SALIR DE CANGAS PARA CONOCER MUNDO, FORMARSE Y VIVIR NUEVAS EXPERIENCIAS
Texto elaborado por Óscar Rodríguez Martínez, socio de A Illa dos Ratos, a partir de varias conversaciones con el propio Suso “Caramuxo”, pintor y restaurador de imaginería religiosa y que fue galardonado con el Premio Ignacio Cerviño de Recuperación del Patrimonio 2022 que concede anualmente el Ayuntamiento de Cangas.
Tras el primer artículo sobre Suso «Caramuxo», historia viva de Cangas, en el que hablábamos de los primeros años de vida de nuestro protagonista y de sus recuerdos del funeral de D. Félix Ozámiz Rodríguez – Sesmeros, en esta segunda entrega repasaremos su infancia y adolescencia pero también sus vivencias cuando hizo el servicio militar en Cartagena y estudió en Barcelona.
«Caramuxo» recibió su primera comunión del cardenal Quiroga Palacios que se encontraba de visita en Cangas con motivo del 50 aniversario de la Agrupación de Adoración Nocturna de Cangas
Corría el año 1955 y el Cardenal Quiroga Palacios se encontraba de visita en la localidad para participar en la misa que se celebraba a las 4:00 de la madrugada con motivo de las bodas de oro de la Agrupación de Adoración Nocturna de Cangas.
«Caramuxo» recuerda con cariño ese día de junio porque fue cuando recibió su primera comunión y fue precisamente de manos del Cardenal. Recuerda que era el único niño vestido de «marinerito» a esas horas intempestivas y que tras la procesión disfrutó del tradicional chocolate que entregaban a los asistentes, acompañado de su padre.
Para esa ocasión tan especial, se había instalado un gran altar en la Alameda Vella y más de 50 grupos de adoración nocturna llegados de toda España se habían desplazado hasta Cangas para participar en la «Procesión de la Bandera», llamada así porque cada uno de ellos portaba su propio estandarte. La celebración fue un éxito y un encuentro tan multitudinario no se repetiría hasta el centenario que se celebró en 2005.
Antes de realizar el servicio militar en Cartagena, «Caramuxo» pasó por el seminario de Santiago y la escuela de orientación marítima de Cangas
En la década de los años 60, antes de pasar 3 años en el seminario de Santiago, «Caramuxo» asistió a la escuela de orientación marítima del maestro D. Vicente Valdó hasta los 12 años. El aula estaba encima de la tienda de comestibles de su padre, que estaba ubicada en el lugar que luego ocuparía el mítico Bar Octubre, en la calle San José.
A los 15 años, nuestro protagonista cumplió con una tradición muy arraigada en Cangas: alistarse en la Armada haciendose la «libreta del mar«. Desde el punto de vista social, el servicio militar en tierra estaba asociado a tener que limpiar caballos y convivir con piojos, mientras que el mar era un ambiente más limpio. Pero el principal motivo para que los jóvenes prefirieran el mar era que en la Armada no se sorteaban los destinos, y por tanto era menos probable que acabar en lugares como Ceuta.
Normalmente los jóvenes eran llamados a hacer el servicio militar entre los 18 y 19 años, pero «Caramuxo» se presentó voluntario a los 17 porque tenía claro que quería ir a estudiar a Barcelona y necesitaba cumplir con su obligación lo antes posible.
Su intención era quedarse en Vigo y trabajar como operador de telégrafos en la ETEA, pero cuando le hicieron las pruebas de audición comprobaron que tenía una gran sensibilidad auditiva y fue seleccionado por imperativo legal para realizar el curso de especialista en sonar.
Acabó destinado en Cartagena, a bordo del » Jorge Juan «, que formaba parte de la 21 escuadrilla de destructores conocida popularmente en toda España como «Los Cinco Latinos» y que estaba formada por modernos buques americanos que habían participado en la Segunda Guerra Mundial y la recién terminada Guerra de Corea, y con los que la Armada hacía maniobras militares con los propios estadounidenses o con los franceses.
Esos buques habían sido transferidos por la Armada estadounidense a la Armada española como parte de la ayuda militar incluida en los acuerdos de defensa de 1953 firmados entre Franco y Eisenhower , que permitieron, entre otras cosas, la instalación de bases militares en España.
Gracias a este trabajo, «Caramuxo» tuvo la oportunidad de conocer todo el Mediterráneo : Barcelona, Mallorca, Ceuta, Melilla, Cádiz, Málaga o Alicante.
Como cabo especialista cobraba 5.000 pts. al mes, un buen salario para alguien que estaba haciendo «mili«, pero en esa época también tenía otras fuentes de ingresos: pintaba y vendía cuadros, hacía algunos trabajos para una agencia de publicidad llamada «Martínez» y diseñaba etiquetas para botellas de vino común para una imprenta en Cartagena.
También aceptó encargos para pintar unas cintas de tela típicas de la zona de Levante que sus compañeros le regalaban de sus novias para San Valentín y de sus madres con motivo del Día de la Madre, que se celebraba el 8 de diciembre.
Al cabo de 3 años «Caramuxo» se licenció como cabo especialista y a los 20 regresó a Cangas para pasar un par de meses antes de iniciar sus estudios en Barcelona
Tras pasar un par de meses en Cangas, «Caramuxo» puso rumbo a Barcelona para cumplir su sueño de estudiar en la Lonça, una escuela pública de artes aplicadas y oficios artísticos que contaba con varios centros y donde habían estudiado pintores de renombre como Miró o Picasso .
Al principio lo acogió un amigo que había hecho la mili con él, pero rápidamente buscó formas de ganar dinero para poder establecerse por su cuenta lo antes posible.
Trabajó para el célebre dibujante de cómic Juan Boix, corrigiendo y rellenando los fondos de sus dibujos para la editorial Galaor y también vendió libros para el Círculo de Lectores. Con el dinero que consiguió pudo alquilar una habitación en un piso que compartía con unos orensanos en la zona de Pedralbes.
Debido a ello, «Caramuxo» asistía a clases en el centro Lonça que tenía más cercano y estaba situado en la calle Mayor de Gracia . Allí impartían clases de restauración, decoración, diseño de moda, animación, modelado o anatomía humana.
A partir de los 21 años , cuando los alumnos cumplían la mayoría de edad, también podían asistir a la asignatura de «dibujo al natural» en el que posaban desnudas unas modelos que eran funcionarias del estado y que también trabajaban para famosos pintores y escultores.
«Caramuxo» aprovechó esas interesantes clases pero también dedicó su tiempo a descubrir otras cosas y vivir muchas experiencias nuevas. Era un joven de pueblo que no estaba acostumbrado a discotecas con luz y sonido, correr delante de la policía en manifestaciones, escuchar aquellas fantásticas bandas de música (incluso de Francia), ver desfilar a las Majorettes o asistir a la gran fiesta de San Juan de Barcelona, que en aquelllos tiempos tenía un ambiente más impresionante que el de fin de año en la Puerta del Sol de Madrid.
Todas ellas fueron experiencias muy enriquecedoras que le permitieron evolucionar a nivel personal y tras cuatro años decidió regresar a Cangas sin terminar su formación, pero con muchas ideas e iniciativas bajo el brazo que pronto pondría en práctica en su villa natal.
Óscar Rodríguez Martínez
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Óscar Rodríguez Martínezhttps://ailladosratos.org/es/author/oscar/09/02/2021
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