ISLAS CIES: UN TERRITORIO CON MUCHOS PRETENDIENTES

Texto elaborado por Nuria Otero Desojo, Guía Oficial de Galicia.

 

Cuando nos fijamos en el nombre de la «Parroquia de Santiago de Cangas e Islas Cíes «, el primer elemento singular que encontramos en esta denominación es el de su santo titular «Santiago de Cangas», olvidado por muchos, que siempre piensan como patrón en el Cristo en cuyo honor se celebran las fiestas del pueblo, ese  Cristo que no quiso arder en la invasión turca de 1617.

Para el caso sirve como ilustración el escudo de la Villa, en el que, además del sol dorado, aparecen la urna de las reliquias del Apóstol, la cruz de Santiago, la concha de vieira y el bastón de peregrino.

A continuación, más sorprendente aún en el nombre de esta parroquia, la postila final «…e Islas Cíes», por la que se quiere sumergirse en la historia de las Islas y comprender así esta relación eclesiástica con Cangas y, de paso, también con otros pueblos vinculados a las Islas, que integran la lista de «pretendientes» que quieren convertirlas en territorio suyo.

Hagamos un recorrido por la historia del territorio insular, antaño muy diferente, porque hace más de 20.000 años la ría de Vigo se llenó de arena y no tenía el aspecto actual.

Las Cíes no siempre fueron unas islas sino la cima de las montañas que había en la zona, ahora inundadas por el agua del mar

Desde cualquiera de los miradores que tienen los pueblos de la Ría de Vigo hacia el mar, es fácil entender cómo era este valle a esa alturaen plena ría donde hoy tenemos agua salada, en aquella época había arena y zonas de árboles atravesadas por el caudaloso río Verdugo, que llegaba hasta Cíes y Baiona para luego caer sobre el océano formando una gran cascada.

En aquella época existía una laguna muy grande en Cabo Home-Nerga y en la playa de Patos, y otra pequeña en la zona de Rande. Hasta hace 4.000 años, la Isla de Monteagudo estaba unida al Morrazo por una barra de arena y se podía llegar andando desde tierra.

En el Museo del Mar de Vigo se conservan algunos restos de troncos de aquella época, otros aún podrían aparecer, sobre todo en la playa de Patos, como los restos de naufragios que siempre surgen después de un fuerte temporal.

El mar no llegaría a los pueblos costeros de la ría hasta la época romana y los primeros en explotar las islas serían unos monjes

Ha llovido desde entonces, y quién sabe si fue por las lágrimas de Coca de Redondela , que como dice la leyenda «de tanto llorar se le secaron las entrañas y el corazón, inundando de agua el valle«, lo cierto es que parece ser que el mar no llegó a los pueblos costeros de la ría hasta la época romana.

El acuerdo de los investigadores no es fácil porque la mitología creada en torno a las Cíes, según fuentes clásicas y crónicas medievales, aluden a hechos históricos legendarios imposibles de contrastar, como el paso de Julio César, o el asalto a los Herminios, o identificarlos con las Casiterides , etc.

La documentación de las Islas es escasa debido a que estuvieron mucho tiempo deshabitadas, pero para arrojar algo de luz a tanto desconocimiento y desacuerdo, tenemos los hallazgos arqueológicos que demuestran asentamiento humano desde el Paleolítico, y la posterior ocupación galaico – castreña y romana.

Los primeros en explotar de alguna manera este territorio insular fueron los monjes y el motivo de la fundación de un pequeño monasterio en una isla que había cerca de Erizana, en la antigua Baiona, por parte de San Fructuoso, que podría ser San Martiño en la Isla Sur.

Debido al interés y atractivo mítico-religioso que provocaron las Islas en la Edad Media, que en el caso concreto de Cíes fue su abundante pesca, Ordoño II confirma su donación a la iglesia de Santiago en el año 911, cumpliendo así el testamento de Alfonso III “El Magno” , su padre. 

El obispo de Iria Flavia fundó el Monasterio de San Xian en la Isla de Arousa en el año 929 y, debido a las penurias que atravesaban, varios territorios insulares entre ellos las Islas Cíes fueron utilizados para su «mantenimiento y vestimenta».

Posteriormente ya con Xelmirez , las Islas Síes no serían citadas como territorio jacobeo, pasando quizás al obispado de Tui.

Toda esta expansión monacal propició que pequeños monasterios cluniacenses con actividad pesquera se establecieran en las Islas Cíes: en la Isla Sur dependiente del Monasterio de Santa Mª de Oia y acogida por San Martiño y, en la Isla Norte dependiente de Cenobio de Coruxo y acogida por San Estevo.

Alfonso VII dona las posesiones de Coruxo e Illa do Norte al Monasterio de Celanova, hecho ratificado posteriormente por Alfonso IX en la fundación de Baiona. La carta de concordia del obispo y Cabildo de Tui de 1228 confirma estas posesiones de las Islas por parte de los benedictinos, las de Santa Mª de Oia al sur y las de Celanova al norte. 

Ambos monasterios estaban sometidos a fuertes presiones y pleitos, y Juan Castro, obispo de Tui en 1416, hizo escritura de permuta con Celanova: permutó el Monasterio de Coruxo y Santiestevo de Sías en la Isla Norte por la iglesia de la Madalena y el Monasterio de Sanxés en Ribadavia; un intercambio sin el consentimiento del Papa, por lo que Celanova aprovechó para declararlo nulo, sobre todo porque consideraba poco beneficiosas las rentas en Ribadavia. 

Sin embargo, estos monasterios de Coruxo y Sías continuaron perteneciendo a la mitra tudense debido a la resolución de un pleito con Celanova en 1520 , según la información derivada de una petición localizada en la rectoría de Coruxo en los años 80.

Posteriormente, en virtud de un aforamiento, legarían este Monasterio de la Illa do Norte a las Monjas de Santa Clara de Santiago, quienes delegan su usufructo en las homónimas de la ciudad de Pontevedra.

Además, el rey Juan II y su hijo Enrique IV concedieron a este Monasterio de Sías una renta anual de 2.000 marabedís por el pescado de Baiona y luego, cuando las Islas pertenecían a Baiona, fue incendiado por los corsarios de Francis Drake en finales del siglo XVI. De hecho, la continua presencia de piratas y corsarios hizo que las islas permanecieran deshabitadas durante bastante tiempo.

El visitador de Santiago, Jerónimo do Hoyo, alude a la colocación de una horca en las Cíes a principios del siglo XVII por parte de Baiona, posiblemente en San Martiño, al mismo tiempo que Francisco Prudencio Sandoval, obispo de Tui, visitaba el Monasterio de Coruxo. Estos actos simbólicos de competencia provocarían la que sería la primera reivindicación de este territorio insular, aunque sin mucho avance jurídico, cuando el juez mayor de Cangas, dependiente del Arzobispo de Santiago, reclama las Islas como propias. 

Con la división de Galicia en 7 provincias, nacería Tui en 1650 y las Cíes quedarían dentro de su jurisdicción

Antes de la existencia del lazareto de San Simón, en Cíes se colocó un puesto sanitario encargado de inspeccionar los barcos llegados desde América.

En cuanto a la cartografía conocida desde entonces, estas islas serán referidas casi siempre como Islas de Baiona, por ser uno de los puertos reales más cercanos a Cíes, por ello, en ocasiones, los nombres de Cías, Seyas, Sías, acompañan al de Baiona. Otras veces aparece con las denominaciones de San Martín, Faro y Monteagudo, lo que demuestra la existencia de un signo continuo anterior a 1852.

LAS CÍES, ¿DE QUIÉN ERAN?
1780, carta francesa de LS de la Rochette. Fuente cartotecadigital.icc.cat Ref. Único I. de Baiona.

Con la llegada del siglo XIX, las Cíes acogen una pequeña población procedente de Cangas y dedicada a la pesca

En las primeras décadas del siglo XIX, las instalaciones militares, las fábricas de sal, el faro, las expediciones cinegéticas e incluso una taberna, volverían a dar vida a las islas, especialmente a las del medio y del norte, acogiendo una pequeña población, mayoritariamente procedente de Cangas, dedicada a la pesca, la agricultura y el pastoreo.

Precisamente para la atención espiritual de estos colonos es cuando aparece la relación con la parroquia de Cangas y, a principios del siglo XX, comenzarían las procesiones pesqueras marítimas presididas por la Virgen del Darbo.

Los procesos de desamortización de los bienes eclesiásticos en el siglo XIX harán que muchas de las tierras útiles de las islas pasen a manos privadas de gente con recursos y gracias a determinadas obras de defensa que garantizan la seguridad comienzaron a repoblarse. 

La guarnición de las Islas procedía de los regimientos instalados en Vigo, pero estas razones militares no fueron los que propiciarían su adscripción a la ciudad olívica. Para evitar pagar el impuesto de la sal, Ramón Buch estableció en 1837, no sin polémica, una fábrica de sal y un almacén para el abastecimiento de barcos en la Isla Sur y, al mismo tiempo, en la Isla Norte, Francisco Gil de Temperáns-O Hío establece otra fábrica de sal, ambas con autorización del gobierno provincial y funcionando hasta principios del siglo XX.

Estos promotores no sólo eludieron el pago del arrendamiento a la Diputación Provincial de Pontevedra, sino que el Sr. Buch pretendía librarse de los pagos de los consumos e industria en Baiona y Vigo.

En 1839 el Ayuntamiento de Vigo consigue que el gobierno del estado permita adscribir las Cíes a su término municipal

Las islas estaban tuteladas por la Diputación Provincial cuando la corporación de Vigo decidió emprender acciones legales en abril de 1839, y solicitó al gobierno de Madrid su adhesión al Ayuntamiento. Se estaban constituyendo los nuevos ayuntamientos, y tras una fuerte polémica entre varios pueblos, fueron adscritas a Vigo por decreto de la regidora María Cristina en 1840, creándose la parroquia de San Francisco de Afora para los feligreses del territorio insular. 

Sin embargo, la última aclaración sobre su posesión procede de la Xunta de Galicia, que afirma categóricamente que son Patrimonio Autonómico, junto con el resto de islas pertenecientes al Parque Nacional de las Islas Atlánticas, abriendo un nuevo frente y asumiendo también la única responsabilidad en el transporte marítimo a ellas. Esto provoca tensiones entre la Xunta de Galicia y el Ayuntamiento de Vigo, que afecta especialmente a la solicitud de declaración de Patrimonio de la Humanidad, donde el Ayuntamiento de Vigo restringe la solicitud exclusivamente a las Cíes y la Xunta lo hace para todo el Parque Nacional.

No obstante, las Islas Cíes, a día de hoy, pertenecen a la jurisdicción de Vigo, lo que significa que sería este Ayuntamiento el que recibiría la ayuda de la UNESCO para su conservación, en el caso de que fueran declaradas Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, tras el «bloqueo» de esta nominación, el Ayuntamiento de Vigo solicitó un nuevo título incorporando las Cíes a la red de Geoparques de la Unesco.

Hoy en día, las Cíes pertenecen legalmente a Vigo pero sus habitantes son feligreses de la parroquia de Santiago de Cangas

Como conclusión, si eliminamos a Baiona, que nunca volvió a reivindicar las islas, la única base posible para el litigio sería el ámbito religioso, que de no ser por el proceso de desamortización eclesiástica a mediados del siglo XIX, podría haber sido reclamado por Oia. (San Martiño, sur de la isla), por los benedictinos o por las monjas de Santa Clara.

En lo que respecta a Cangas, el asunto de la reivindicación territorial sobre las Cíes basado en la denominación eclesiástica, planteado por el Centro de Iniciativas Turísticas de Cangas en 1992 quedó en nada. Además, una vez olvidada y desaparecida la parroquia insular de San Francisco de Afora a causa de las desamortizaciones eclesiásticas, hasta el día de hoy, los habitantes de las Islas, aunque pocos, son considerados feligreses de la parroquia de Santiago da Vila de Cangas, pero que sabe si con la moda de las bodas en lugares exóticos no empiecen a pedirle al párroco de Cangas esta nuevo paraíso insular atlántico para bodas, en lugar de hacerlo en Castrelos o en los Pazos do Concello de Nigrán.

Con todo esto, cuando te encuentres de nuevo con las antiguas dunas que hay bajo los pinares de Cabo Home, ahora que sabes que existen, piensa que son descendientes de las enormes que dominaban el valle de la Ría de Vigo cuando no había mar.

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