La Torre de Meira

LA TORRE DE HOMENAJE QUE DESTRUYERON LOS IRMANDIÑOS

Texto elaborado por Benito Vilas Estévez, socio de la empresa Árbore Arqueoloxía e Restauración Sociedade Cooperativa Galega que estuvo a cargo de la excavación y puesta en valor de la Torre de Meira. 

El lugar de la Torre de Meira no es solo uno de los mejores miradores que existen en el Ayuntamiento de Moaña, sino que también es un yacimiento arqueológico que consta de un espacio perimetral amurallado de casi una hectárea con foso, que comprende dentro de la misma la Torre de Homenaje recuperada durante la intervención de 2021.

A mayores en el recinto se sabe que existe un patio de armas y diferentes recintos de uso incierto de los cuales algunos podrían ser habitacionales, pero que en este momento es imposible asegurar a falta de futuras excavaciones.

Durante las excavaciones realizadas durante el año 2021, gracias a un convenio entre la Comunidad de Montes de Meira y el Ayuntamiento de Moaña y a una subvención de la Diputación de Pontevedra, se localizaron varios restos de cerámica, un par de monedas, objetos personales de bronce y restos óseos de comida, en línea con lo aparecido durante las primeras excavaciones realizadas en 1976.

Al mismo tiempo, en la actual intervención se comprobó que la entrada a la Torre de Homenaje sería una entrada en altura, probablemente entre 5 y 8 metros sobre el nivel del suelo, como ocurre en otras torres similares como la de Cadaloba, A Forxa, o el Castillo-Fortaleza de Monterrei, entre otros ejemplos.

El lugar de la Torre de Meira también se conocía como o «Castelo»

A pesar de ser actualmente el lugar conocido como la «Torre», los vecinos atestiguan que a este promontorio que se encuentra a 140 metros sobre el nivel del mar se le conocía como el «Castillo», siendo la zona de la «Torre» la zona donde se ubican las casas en la actualidad.

En realidad, esta apreciación por parte de los vecinos cobra más sentido con lo que se observa en el yacimiento porque como se mencionó anteriormente, no es solo una mera torre de vigilancia, sino una fortaleza, camino de convertirse en todo un castillo.

Esto se ve refrendado por ser la fortificación que se erige sobre el valle de Meira y Moaña, y que no guarda relación visual con los otros dos grandes yacimientos de la época de la Torre como son el Castillo de Darabelo (conocido popularmente como Monte Castelo en Darbo, Cangas) o el Castillo del Liboreiro o Leboreiro (la montaña que divide Bueu y Cangas).

La destrucción de la Torre de Meira, durante la II Revuelta Irmandiña

Actualmente se desconoce el momento de construcción de la Torre, pero sí que se sabe que su destrucción se produjo durante la Segunda Revuelta Irmandiña entre 1467 y 1469, siendo señor de este lugar Gregorio de Valladares según consta en el pleito Tabera-Fonseca. Esta Segunda Revuelta Irmandiña fue posiblemente la mayor revuelta social de la Edad Media en todo el contexto europeo, en un momento en el que el hambre, las epidemias y los abusos de la nobleza gallega se extendían por todo el territorio.

Poco tiempo después, en 1476, D. Pedro Álvarez de Soutomaior (Pedro Madruga) ordenó que las ruinas de la Torre de Homenaje fueran demolidas por completo hasta la base, para no volver a reconstruirse nunca.

Tal destrucción hasta la base no solo se debe al interés en que no se volviese a reconstruir esta fortaleza, sino que a su vez guardaría un efecto simbólico para la gente del pueblo, ya que significaba liberarse del mecanismo de control que los oprimía.

Para entender esta cuestión, es importante entender la prominencia de este sitio visto desde abajo (ya que la torre probablemente tendría alrededor de 20 metros de altura en comparación con otros lugares), ya que estaba ubicada en un lugar estratégico que además de poder controlar el Valle de Meira desde arriba, también era posible observarla nitidamente en el horizonte desde abajo creando una sensación de control y opresión constante sobre las personas, de modo que quitar ese hito del paisaje era liberarse de una gran carga simbólica.