LA CAPILLA DEL HOSPITAL, FUNDACIÓN, OCASO Y RENACIMIENTO.
Texto elaborado por Liliana Cancelas Gargamala e Xabier Guardado Soliño, socios de A Illa dos Ratos y Guías Oficiales de Galicia. Fotografías cedidas por Evaristo Cancelas y la A.C A Cepa.
Volvemos a pasar por la hermosa capilla del hospital, al pie del mar, en los Xardíns do Sinal. Si en un anterior artículo hablábamos del desaparecido hospital que le dio nombre, hoy nos vamos a centrar en la propia capilla.
Recordemos primero que “hospital” era, en aquel entonces, un lugar donde se acogía a personas sin recursos o peregrinos. Los servicios médicos eran muy caros y la falta de medios hacía que los cuidadores sólo les pudiesen proporcionar una cama y, si había fondos, un plato de caldo. Esta labor solidaria estaba a cargo de la Iglesia, de ahí que el hospital tuviese una capilla anexa.
LA CAPILLA DE LA CONCEPCIÓN O DE SAN ROQUE
La capilla del hospital, nombre popular de la capilla de la Concepción o de San Roque, que eran sus santos patrones, no siempre estuvo emplazada en los Xardíns do Sinal. Su emplazamiento originario estaba en la calle Eugenio Sequeiros, donde hoy se levanta el edificio de una entidad bancaria, entre la calle del Hospital y la calle de San Xosé. Allí fue donde, en el año 1711, D. Gonzalo de Nogueira y Araújo –prior de la Colegiata y comisario del Santo Oficio– la mandó construir. Pertenecía al conjunto de edificaciones que conformaban el hospital de Cangas: una casa de acogida de pobres, una vivienda para los cuidadores y una capilla.
A pesar de todo, no era esta tampoco la capilla original. Sabemos que en ese mismo lugar existió una anterior que, como el propio hospital, fue quemada en el ataque turco-berberisco de 1617.
“GUNDISALBUS NOGUEIRA ARAUJO FECIT”
Las dimensiones son reducidas, ya que sólo ocupaba el 40% del espacio que hoy ocupa el edificio bancario. Se trata de una capilla de una sola nave rectangular con una cabecera de anchura menor unida por un arco triunfal de medio punto. Cuenta con una pequeña sacristía anexa en el lado sur. La cubierta de todo el edificio es de teja sobre madera.
La capilla mayor cuenta con un curioso remate almenado y gárgolas en las esquinas en forma de cañón que la hacen asemejarse a una pequeña fortaleza. En contraste con las fachadas laterales, que son muy simples, la principal está profusamente decorada.
Vemos una portada de estilo barroco rural, enmarcada por dos columnas acanaladas y capitel jónico, un arco de medio punto con el nombre del fundador inscrito GUNDISALBUS NOGUEIRA ARAUJO (me) FECIT. En la cornisa situada encima de la puerta encontramos inscrita la fecha de su construcción. ANO DE 1711 y bien destacado en el frontón, el imponente blasón de su fundador, D. Gonzalo Nogueira de Araújo.
Este escudo consta de cuatro cuarteles: el primero, el tercero y el cuarto muestran grabados relacionados con las armas del linaje de los Araújo: cruces flordelisadas, un castillo o casa torre y una figura de caballero. El segundo cuartel contiene una cruz, símbolo de la Inquisición de la que era comisario. Y en la cabecera del escudo, un yelmo de caballero.
Esta fachada termina en una espadaña con dos arcos de medio punto que albergan dos campanas (en una de las campanas se conserva la fecha de fabricación “año 1883”). Finalmente, en la cumbre, dos pináculos y una cruz terminan el conjunto.
“ANO DE 1718 AQUÍ SE SEPULTO D. GONZALO DE NOGUEIRA Y ARAUJO”
Lo primero que llamaría la atención al entrar en la capilla sería el retablo en cuyo centro estaría la imagen de vestir de la Inmaculada Concepción, la virgen titular de la capilla. A la derecha de la imagen de la Inmaculada estaba la figura del Cristo de la columna y a la izquierda la de San Cayetano.
En la capilla también había una imagen de San Roque que era llevada en procesión el 16 de agosto con gaitas hasta la iglesia parroquial, recuerdo de un voto de la villa para que el santo la librase de la peste. Durante la procesión era habitual que los niños acompañasen a las imágenes de la Asunción y S. Sebastián que salían a la vez que S. Roque, ondeando unas banderitas de papel de varios colores con una estampita pegada y asta de caña o madera. Eran, como muchos recuerdan aún, confeccionadas por Silveria “A Chilola” o sus sobrinas.
Una vez colocadas en la iglesia, quedaban expuestas varios días y los vecinos dejaban ofrendas en forma de frutos de la tierra, gallinas, habas… que después serían subastados. Después de la procesión de retorno de los santos a la capilla, se quemaban las madamas y los galanes.
Nada de todo eso queda ya en el interior. Lo que perdura aún es la lápida de D. Gonzalo en un lugar predominante, en el medio del presbiterio, con el escudo con los símbolos de la inquisición (cruz latina con una palma y espada a cada lado), una cruz de la orden de Alcántara y una inscripción donde reza:
ANO DE 1718 AQUÍ SE SEPULTO D. GONSALO
DE NOGUEIRA Y ARAUJO FUNDADOR DESTA
CAPILLA Y COMISARIO DEL SANTO OFICIO
DE … (la Inquisición)
LA CAPILLA SIN HOSPITAL
D. Gonzalo de Nogueira y Araújo, indica en su testamento una serie de premisas que deben ser cumplidas en relación a la capilla: ordena (además de misas, novenarios…) ser enterrado en esta capilla. Para sufragar todos los actos testados deja 38 000 reales de vellón en un arcón de su casa (sólo por comparar, una casa en aquel entonces valía unos 2 000 reales), especificando que, de sobrar dinero, éste sería añadido a la fundación del hospital.
Además, funda una capellanía denominada de la Concepción del Hospital de Cangas a la que dotó con una serie de bienes (casas, rentas y censos). Y vuelve a dejar especificadas las obligaciones de ésta, como por ejemplo, la celebración perpetua de una misa cantada a la Purísima cada sábado. El patrón de esta fundación debía ser sacerdote y morador de Cangas, además de asistir diariamente al rezo del rosario, y debía administrar los bienes cuidando de que no pudiesen ser alienados.
Sin embargo, en el catastro del Marqués de Ensenada, de 1752, los bienes que poseía la fundación en la parroquia de Cangas aparecen como bienes de eclesiásticos, es decir, habían sido privatizados. Más tarde, en 1820, el gobierno liberal promulga una ley por la que es posible enajenar las propiedades de las fundaciones. Estos dos hechos hacen que, poco a poco, el dinero y las propiedades de la fundación desaparezcan y que el hospital no llegue al siglo XIX.
La capilla consigue subsistir gracias a que le quedaba algún censo, pero sufre el paso de diversas guerras durante las cuales mengua su patrimonio. Durante la invasión napoleónica las instituciones religiosas gallegas se vieron obligadas a dar parte de sus alhajas para gastos militares. Sabemos por el testamento de D. Juan Ignacio Antonio Zabala que una de esas joyas fue la lámpara de plata de la ermita, así como otros objetos de la colegiata y de la iglesia de Darbo.
Un fallo judicial de 1878 indica que el último patrón de la capilla fue Nicolás Borines. A partir de esa fecha la titularidad de la capilla es de los herederos de los Borines pero no trascendieron los nombres concretos. Ya en el siglo XX, el Gobierno Civil, al mismo tiempo presidente de la Junta provincial de beneficencia, trata de clarificar la titularidad de la capilla ante el ayuntamiento y los posibles beneficiarios, pero no lo consigue. Además, con un expediente de 1931, se intentaba paralizar las ventas de las propiedades de la fundación.
Finalmente, tras varios intentos infructuosos más de esclarecer la titularidad, no se consiguió parar la venta de las propiedades y la fundación acabó por arruinarse.
NI CAPILLA NI HOSPITAL
En el año 1960 los herederos de la familia de los Borines emigrados a América vienen a Cangas para hacerle una oferta de venta de la capilla al Ayuntamiento por valor de 400 000 ptas que, en el pleno del 6 de febrero de ese año deja condicionada la compra a la resolución de los títulos de propiedad. En esos años se presentaron ante el ayuntamiento varias solicitudes de derrumbe y traslado de la capilla del hospital que fueron desestimadas por diversos motivos como la circular del Ministerio de Educación Nacional, que salvaguardaba los monumentos centenarios o la de no poder derribarla por no fijarse un lugar de reconstrucción, o la oposición de los vecinos como reflejó en uno de sus poemas el poeta popular Serafín Graña Rúa.
Finalmente, el 18 de junio de 1965 se aprueba una petición del alcalde de Vigo, que también era presidente de la Junta de Gobierno de la Caja de Ahorros de Vigo, y en el año 1966, virtud a un acuerdo entre esta entidad bancaria y el párroco de Darbo, administrador de la capilla, el edificio es desmantelado piedra a piedra para construir la sede de la entidad bancaria con la condición de reconstruirla en otro emplazamiento.
La condición de reconstruir la capilla no se cumplió y las piedras estuvieron esparcidas y olvidadas durante más de treinta años hasta que la insistencia de un grupo de vecinos lo consiguió en 2002, con una subvención de Caixanova. Después de recuperar las piedras de la fachada y el sepulcro del fundador la capilla pudo comenzar a ser levantada nuevamente.
LA CAPILLA RENACE
El lugar elegido fueron los Xardíns do Sinal, que cumplían las condiciones exigidas para su reconstrucción: proximidad al solar original y con vista directa al mar.
La reconstrucción se hizo de la manera más fiel posible teniendo en cuenta que no fue fácil, ya que no se conservan planos ni alzados fiables y la mayor parte de los sillares que se consiguieron recuperar (alrededor de un 40%) aparecieron desparramados por todo el municipio. Lo único que se conservó bien custodiado fue el escudo del fundador, que quedó depositado en la casa rectoral de Darbo. Es por todo esto que la capilla que vemos hoy reconstruida no es exactamente la original, sino que hubo que utilizar material nuevo para sustituir el desaparecido. Como marcan las normas de Patrimonio, este material nuevo es ligeramente diferente al original.
La “nueva” capilla no volvió a ser sacralizada, por lo que es un edificio civil, utilizado en la actualidad como sala de exposiciones gestionada por el Concello. Es, además, un hermoso marco para bodas civiles y, por supuesto, para el final de nuestra ruta “Calles con historia”.
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