RIALDARCA: HISTORIA RECIENTE DE UN VALLE FLUVIAL EN LA COSTA GALLEGA

Texto elaborado por Tonio Nogueira. Vecino de la zona y coautor de la Estrategia de Recuperación Integral del Valle de Rialdarca.

EL BRIBÓN DE LA HABANA. Paseo marítimo, 13 de Cangas.

El actual proyecto de recuperación integral del valle del río de Rialdarca con sus afluentes, establecería una senda verde, que uniría de manera peatonal, amigable y segura, el actual centro de la localidad de Moaña, con el enorme conjunto histórico de San Martiño, poniendo en valor toda la riqueza fluvial, natural y patrimonial del conjunto.

La gran diversidad vegetal y animal del cauce y riberas del río, el potencial de aprovechamiento agrícola en decenas de hectáreas de regadío, varias fuentes de agua natural de calidad, el castro de San Martiño o la casa con la inscripción más antigua del municipio de Moaña. (1.493) en el lugar del «Outeiro de Sabaceda» son algunas de las joyas que albergan este valle.

Vista aérea del valle de Rialdarca.

El valle de Rialdarca como importante vía de comunicación en el campo

Hasta los años cincuenta y sesenta, el valle de Rialdarca fue, como cualquier valle fluvial del país, un centro neurálgico de la vida social y material de los barrios. El tránsito de gente era continuo. Muchas personas acudían a las fuentes por agua, o a los lavaderos de Rialdarca o A Xeira a lavar vestimentas, alfombras o ropa de cama. Otras se desplazaban desde los barrios de las zonas altas como San Martiño o Sabaceda, hacia la Seara o la Playa.

Los ancianos del lugar dicen que el camino que hoy se conserva aún en Rialdarca, fue un camino de importancia histórica, que unía los barrios del Redondo, Berducedo o A Fraga, hacia la feria de Abelendo y también hacia Quintela y la Puerta del Almacén. Este triángulo comunicativo estaba a su vez ligado a la histórica vía San Martiño – Ermelo.

El lavadero de Rialdarca como centro de relaciones sociales

Los lavaderos eran lugares clave en la vida de la gente de aquellos tiempos. El lavadero de Rialdarca fue uno de los más grandes e importantes de Moaña. No solo acudía a él gente de lugares cercanos, como A Gándara o A Xeira, sino también de Abelendo, Quintela y otros barrios más alejados.

Tras 4 décadas de abandono y olvido, y 15 años de trabajo y reivindicación vecinal, es el momento de aportar los recursos necesarios para el estudio y puesta en valor del patrimonio material e inmaterial de este valle, así como de su entorno natural y paisajístico.

La abundancia de agua en el valle facilitó el uso intensivo de las tierras de cultivo en Rialdarca

Y sobre todo agricultura. El agua del río y la cuidada red de regadíos tradicionales alimentan las mejores tierras de cultivo. No había un solo espacio sin ser trabajado, en un ciclo continuo de cultivo. Estas tierras fueron una base fundamental en el sustento de las familias y por extensión de toda la sociedad. 

Los campos también producían maíz que se molía en uno de los 6 molinos activos en el valle en ese momento (2 de ellos ya estaban inactivos). Estos molinos junto con su red de tuberías representan una obra maestra de ingeniería hidráulica popular adaptada al entorno, actualmente en el más absoluto abandono.

Las plantaciones de varios árboles frutales o arbustos también eran comunes en la zona. Especialmente vides, para la elaboración de vino y destilación de licores, pero también melocotoneros, manzanos, cerezos, higueras, nogales, cítricos o membrillos.

Por último, la pesca de peces de río como la trucha y especialmente la anguila europea (una especie que lamentablemente se encuentra hoy en peligro), junto con la riqueza de marisqueo y pesca en el complejo marítimo de la ensenada de Moaña-Meira, donde desemboca el estuario de los ríos Pontillón. -Rialdarca, completó la soberanía alimentaria de las familias en estos barrios.

El paulatino abandono de las tierras de cultivo cambió el paisaje de Raildarca

Es a partir del «desarrollismo» franquista de los años 60 y 70, junto con el proceso de globalización posterior y hasta la actualidad, cuando aparecen y se acentúan una serie de cambios socioeconómicos. Estos unidos al gran crecimiento urbanistico, alteran profundamente el paisaje y la funcionalidad del valle y tienen como resultado general un progresivo abandono y deterioro generalizado del espacio

Y no se trata aquí de estar en contra del progreso, sino de defender el desarrollo sostenible. Enfatizando la reconciliación del bienestar económico, los recursos naturales y la sociedad, evitando comprometer la calidad de vida de la especie humana, en el presente y para las generaciones futuras.

Por un lado, se inicia el abandono de las tierras agrícolas para el autoconsumo familiar, con el progresivo ingreso de la población al mercado internacional dependiente de la agricultura industrial de las multinacionales. Algunas de estas parcelas quedaron sin cultivar, en otras los propietarios optaron por la plantación de árboles invasores pirofíticos de rápido crecimiento, principalmente eucalipto, pero también en algunos casos acacia mora o robinia. 

Esta tala y reposición del bosque nativo, junto con la entrada en la red de comercio internacional de plantas ornamentales de jardín, provoca la implantación y propagación por el valle de hasta más de 20 especies de plantas exóticas invasoras.

Por otro lado, a medida que aumenta la urbanización con nuevos edificios, un nuevo medio de transporte, el automóvil privado, se está extendiendo en masa. Se crea una enorme red de caminos pavimentados, reemplazando los antiguos caminos de tierra o piedra. El tráfico peatonal queda relegado y la red de caminos del valle cerca del río se pierde.

Por otro lado, la construcción de edificios se vuelve masiva en la costa y por la suma de estas dos dinámicas, a finales de los años 80 culmina la aberración ambiental del entubado y entierro de los tramos finales y el estuario de los ríos Rialdarca y Pontillón. Esta actuación podríamos enmarcarla en el proceso global de enterramiento y destrucción del litoral y la gran marisma de A Xunqueira, un proceso que da el salto crítico desde los años 70 y 80.

A partir de este momento también se instalan una serie de naves industriales en el tramo medio de Rialdarca, invadiendo tristemente la ribera del río. Los episodios de contaminación  que sufre nuestro río en la actualidad, comprobados por la administración de Aguas de Galicia (seguimos esperando la solución del problema…), son de similar naturaleza a las materias primas con las que trabajan estas industrias. También desde el inicio del abandono de las parcelas y de la senda hasta los años 90, se produce una acumulación de basura y residuos sólidos, en varios puntos del río.

Desde los años 90 los vecinos de la zona comienzan a hablar sobre la necesidad de revertir esta lamentable situación. Se realizan en distintos momentos, limpiezas espontáneas o fiestas populares.

En el año 2005 , impulsado por diversas amenazas del “boom” urbanístico especulativo, se establece una unidad de trabajo a 3 bandas entre las AA.VV Rialdarca, AA.VV Praia-Seara y AA.VV A Xeira, y se inicia una movilización social organizada en defensa, reivindicación y puesta en valor del espacio del valle de Rialdarca. Pero esta será una historia para contar en nuestro próximo artículo .

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