CASTO MÉNDEZ NÚÑEZ (1824-1869)
Texto elaborado por Liliana Cancelas Gargamala y Xabier Guardado Soliño, socios de A Illa dos Ratos y Guías Oficiales de Galicia.
El Contraalmirante de la Armada D. Casto Méndez Núñez nació el 1 de julio de 1824 en Vigo, en una casa situada hoy en la Plaza de la Constitución -entonces ubicada fuera de la muralla-, en el seno de una familia de militares.
Su abuelo D. Francisco Javier Núñez, muerto en la batalla de Alba de Tormes (noviembre de 1809) al mando de un batallón de granaderos gallegos, había destacado previamente en la batalla de los Pirineos (1793) y en la reconquista de Vigo. Y un hermano de este, Joaquín, era Brigadier en la Armada, oficial del San Juan de Nepomuceno, nave comandada por Churruca en Trafalgar y diputado en Cortes en 1822.
Las hazañas de Méndez Núñez comienzan desde muy joven cuando, a los trece años, en un día de mal tiempo, salva a dos niños de ahogarse en la playa de Guixar
Cuando Casto tenía solo tres años, su padre -administrador de Correos- fue trasladado a Marín y, tres años después, a Pontevedra. Y con diez regresó a Vigo para preparar su entrada en la Armada donde estudiaría con D. Santiago Durán y Lira (futuro Almirante y Ministro de Marina durante la Restauración).
Sus hazañas comienzan a una edad muy temprana. A los trece años, en un día de mal tiempo, salva a dos niños de ahogarse en la playa de Guixar. Tal hazaña fue vista por el capitán de un barco mercante que sentenció «tú serás un gran hombre».
Su carrera militar comenzó el 23 de marzo de 1840 cuando se incorporó al departamento de Ferrol como guardia naval.
A bordo del bergantín Nervión, su primer destino marítimo, sirvió hasta el final de la Guerra Carlista y dos años después, partió hacia la isla española de Fernando Poo (hoy Bioko, Guinea Ecuatorial).
Su buen hacer tiene recompensa en la Real Orden del 1 de enero de 1844 donde se le reduce en un año los seis necesarios para el ascenso a alferez de navío. Puesto que alcanza el 11 de julio con destino en el bergantín Volador, donde está a cargo de la Guardia de la Marina. En este barco cruza por primera vez el Atlántico hasta Santiago de Cuba. En este recorrido muestra su elevado concepto de la profesión militar y la rectitud de su carácter.
En 1850, la reina agradece en una Real Orden el comportamiento excepcional de Méndez Núñez a las órdenes de Fernando Fernández de Córdoba en la escuadra que envía el gobierno para restaurar los territorios del Papa Pío IX, arrebatados por la República Romana.
Su primer mando de mar llegaría el 18 de noviembre de ese año como teniente de navío en la corbeta Cruz. Tras varios destinos, en 1856, pasa al Ministerio de la Marina donde cumplió dos años y tradujo del inglés la obra Artillería Naval del General Howard Douglas, hecho que le valió el «real agrado» de la reina por este trabajo.
En diciembre del año siguiente sale al mando del vapor Narváez hacia Filipinas. Allí asciende a capitán de fragata y se hace cargo de las «Fuerzas Sutiles del Sur de las Visayas» con la misión de combatir a los piratas de Joló que habían asolado la costa y esclavizaban a los cristianos. Una vez más, sobresale en su tarea. Por un lado, logra hundir varias embarcaciones joloanas con más de trescientos hombres, liberar a varias decenas de cristianos cautivos y capturar dos barcos enemigos con todas sus dotaciones, incluido el jefe «moro».
Y por otro lado, ayuda a tomar el fuerte de Pagalugan construido por los piratas de Mindanao. Cuando todo parecía perdido y las fuerzas del ejército que atacaban el fuerte por tierra comunican a Méndez Núñez -que apoyaba la operación por mar al mando de la goleta Constancia- que tienen que abandonar, el capitán de fragata responde: “la Armada no se retira ! ”. Ordena «dar avante toda» para introducir el bauprés a través de una de las pequeñas ventanas del fuerte, improvisando así un puente que sería utilizado por la tripulación para atacar el fuerte y así ganar la contienda. Esta acción le valdría el ascenso a capitán de navío en 1862. Sus hazañas seguirían en Santo Domingo y Puerto Plata.
De regreso a España, en 1864, recibe el mando del mejor buque de la Armada, la fragata blindada Numancia con órdenes de reforzar la Escuadra del Pacífico
En esta travesía cosechará un nuevo triunfo cuando el 7 de abril de 1865 llega al Estrecho de Magallanes y lo atraviesa con éxito, convirtiéndose en el primer buque de gran tonelaje en hacerlo.
El 28 de abril, tras tres meses de navegación y con el apoyo de un barco suministrador de carbón, llega a Valparaíso y luego al Callao, demostrando que un buque como el Numancia podía operar en cualquier mar. Este logro le valdría un nuevo ascenso, el de brigadier (contralmirante), con el que será recordado.
En noviembre, tras el suicidio del vicealmirante José Manuel Pareja, humillado por la captura de la goleta española Virgen de Covadonga a manos de la armada chilena, que contaba con escasa fuerza naval, Méndez Núñez recibe el mando de la escuadra española (aún habiendo oficiales más antiguos que él) y se pone como objetivo restaurar el honor español.
Las órdenes que llegan del Gobierno de Madrid son lograr la paz en el Pacífico con negociaciones o, en última instancia, con las armas.
El 14 de enero de 1866, Chile y Perú declaran la guerra a España – Bolivia y Ecuador ya lo habían hecho-, cerrando así toda la costa del Pacífico
En febrero, la flota chileno-peruana, al ver que su poder militar era inferior al español, opta por esconderse en Abtao (Chile), lugar inaccesible para buques de gran calado, por lo que los ataques no ocasionaron daños graves en ninguna de las escuadras, reduciéndose todo a un mero duelo de artillería.
Desde Madrid le llega la orden de bombardear Valparaíso, lo que provoca malestar en Méndez Núñez porque el lugar apenas contaba con defensas. Por otro lado, las flotas estadounidense e inglesa allí ancladas intentan intimidarlo para que no ataque la ciudad. Méndez Núñez responde primero al gobierno el 24 de marzo: «Aunque sea necesario combatir con las escuadras estadounidenses e inglesas aquí reunidas, la de Su Majestad se hundirá aquí, en estas aguas antes de ser deshonrada, cumpliendo así lo que SM, su gobierno y el país desean; esto es, primero honor sin armada que marina sin honor« y a los almirantes «si os interponeis entre la escuadra y la ciudad, mi deber es echaros a pique”.
Antes del bombardeo, otorga un plazo para evacuar la ciudad de Valparaíso y pedir que se marquen con banderas blancas iglesias, hospitales, asilos, etc. El bombardeo es duramente criticado por el gobierno y la opinión pública de Chile y lo desafían a intentar asediar el puerto fortificado de El Callao (Perú).
Aunque estratégicamente era una locura enfrentar buques de madera (excepto el Numancia) contra cañones de 300 y 500 libras, el día 25 la escuadra fondea en la isla de San Lorenzo, en la entrada de la bahía del Callao, fuera del alcance de la artillería peruana, y nuevamente vuelve a dar un plazo de 4 días para la evacuación de la población civil.
A las 11:50 horas del 2 de mayo, la Numancia rompe el fuego, seguido del resto de la escuadra. La lucha se prolonga hasta las cinco de la tarde. Méndez Núñez dirige el combate desde el puente, donde la protección es menor, y finalmente es alcanzado por la metralla de un proyectil en el pecho y las extremidades.
A pesar de las heridas, continúa en el puente hasta que se desmaya por la pérdida de sangre. Una vez recuperado, siguió dirigiendo la lucha desde la enfermería. Mientras tanto, varios buques de la Armada tienen que retirarse debido a daños importantes, con un número considerable de muertos y heridos. Por otro lado, se derriba una batería y una torre blindada y solo quedan en funcionamiento dos o tres piezas de artillería.
El 10 de mayo de 1866, tras enterrar a los 43 muertos en la isla de San Lorenzo y reparar los desperfectos de las naves con los materiales de a bordo, la Escuadra del Pacífico sale al mar dividida en dos. La primera, dirigida por Méndez Núñez, parte hacia Río de Janeiro por el Cabo de Hornos y la segunda, al mando de D. Juan Bautista de Antequera, regresa a España por el Pacífico doblando el Cabo de Buena Esperanza. La travesía de ambas divisiones fue muy dura, y la falta de alimentos frescos, especialmente frutas y verduras, terminó provocando la propagación del escorbuto a bordo.
El 2 de mayo del año siguiente, cuando partía de la isla de Santa Elena, mandan a la Numancia incorporarse a la escuadra de Méndez Núñez en Río de Janeiro donde arriba el 18 de mayo siendo el primer barco de sus características en completar la vuelta al mundo.
Méndez Núñez, con rango de Comandante General de la Escuadra del Pacífico, es nombrado Ministro Plenipotenciario para lograr la paz con todas las repúblicas americanas
Méndez Núñez termina evitando que los mercantes españoles fuesen capturados en el Atlántico por los buques de guerra de Chile y Perú y su actuación en el Pacífico le vale la Gran Cruz de Carlos III y una carta autografiada de la Reina Isabel II donde le escribe un personal «te doy particularmente las gracias ”.
Gustavo Adolfo Bécquer, periodista ocasional, también elogió las cualidades de un jefe como Méndez Núñez: «el sufrimiento y la perseverancia que hacen soportar con alegría y entusiasmo las más duras fatigas de tan rudo y laborioso ejercicio, la pericia y el saber que le dan al dominio del terrible elemento en que vive, la serenidad y el coraje que presta para aventurarse en las empresas más difíciles. Estas son las cualidades que hacen a un buen marino» .
A mediados del 1868, con las disputas con las repúblicas americanas casi finalizadas, Méndez Núñez solicita al SM la Reina que lo releve del mando de la escuadra y su permiso para regresar a la provincia de Pontevedra
Su solicitud es rechazada por el Ministro de Marina. Detrás de esta negativa se esconde la conspiración del Almirante Topete y el General Prim para destronar a la Reina, que sabían que el Contralmirante no secundaría.
Finalmente, tras la Gloriosa, la reina se exilia en París y el 6 de octubre el ministro de Marina, el Almirante Topete, envía una carta para informar a Méndez Núñez que: “… bastaron doce días para derribar el trono de Isabel II» además de comunicarle que pronto podrá regresar a España. La orden llega a los pocos días y Méndez Núñez regresa a Madrid el 18 de diciembre, donde se le informa que quieren nombrarlo «Vicepresidente de la Junta Provisional del Gobierno de la Armada» ascenderlo a Teniente de Navío (hoy en día Almirante ). El Contralmirante ve este nombramiento como una estratagema para sumarse a una revolución con la que no está de acuerdo y responde al Ministro: “[…] Hace apenas siete años me honré con las modestas ligas de Teniente de Navío […] para que pueda ser útil a la Armada no es imprescindible la concesión de un empleo que solo desearía tener cuando nuevos servicios prestados al país me hiciesen digno de ello».
Muchos otros intentaron meter al héroe en política. Incluso hubo quienes redactaron un manifiesto para convertirlo en Jefe de Estado. El Contralmirante los rechazó todos menos el de vicepresidente del Almirantazgo por considerar que de esa manera prestaba un mejor servicio a la nación.
En el verano de 1869 Méndez Núñez cae enfermo sin que nadie pudiera identificar lo que le sucedía y fallece a los 45 años
En julio pidió ser trasladado a Pontevedra y vive en la casa que poseía la familia en la entonces Plaza da Herba (hoy Plaza de Méndez Núñez). A principios de agosto, envió una declaración al Almirantazgo: «Sigo bien, pero sin una mejoría notable». Días después «siente vértigos, dolores agudos en distintas partes del cuerpo y se acentúa su estado de fatiga general» pero sigue sin encontrarse el origen de su enfermedad.
Méndez Núñez muere el 21 de agosto de 1869 a los 45 años. No se le realiza una autopsia porque sus hermanos dicen que preferirían dudar de la causa de su muerte (se sospecha que había sido envenenado) que saberlo con certeza.
Será enterrado dos días después en el panteón de los Señores de Sarabia, en el cementerio de San Antoniño de Pontevedra. Pero este cementerio será clausurado seis años después y sus hermanas, Soledad y Cayetana, pese a la intención de los vigueses de construir un panteón para albergar las cenizas del Contralmirante, deciden trasladarlas, junto con las del resto de la familia, a la capilla de la finca familiar del Real en O Con (Moaña), donde ocuparán dos nichos, uno individual para él y otro para su familia.
En agosto de 1877, el rey Alfonso XII, de visita en Galicia, se acercó a la tumba de D. Casto y consideró que un hombre de su valía merecía una sepultura más acorde con su prestigio. Los restos del Contralmirante serán trasladados años más tarde, en 1883, al Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando (Cádiz) en una ceremonia a la que asiste «todo el pueblo de Vigo» . En su panteón se puede leer la inscripción: «Modelo de grandes virtudes, consagró su vida al servicio de la patria, cuya gloria enalteció en el mando de la escuadra del Pacífico».
Los reconocimientos a Méndez Núñez han pasado por toda la geografía española, llegando la repercusión de sus hazañas hasta la actualidad
En 1872, el rey Amedeo I otorga el título de Marqués de Méndez Núñez a su hermano Genaro, en agradecimiento al servicio a la Patria del Contralmirante. La familia colocó un escudo en la capilla y otro en el pazo del Real donde aparecen los primeros apellidos del Contralmirante en sus cuatro cartelas: Méndez-Núñez-Guadarrama-Fernández.
Ya en 1890, la sociedad «El Gimnasio» de Vigo fundada en 1881, erigió una estatua de bronce del Contraalmirante en la Alameda, hoy Plaza de Compostela, con un cartel que reza su frase más famosa: «más vale honra sin buques que buques sin honra« y por detrás, la dedicatoria “al Contraalmirante de la Armada Don Casto Méndez Núñez en premio de insignes victorias se erigió este monumento por suscripción pública a iniciativa del Gimnasio. 21 de agosto de 1890 ”.
Además, coloca una placa conmemorativa con la siguiente leyenda en su casa natal en la Plaza de la Constitución: “ El 1 de julio de 1824 nació en esta casa quien fue Contralmirante de la Armada D. Casto Méndez Núñez. El Gimnasio dedica este recuerdo a su gloriosa memoria. 21 de agosto de 1890 ” .
A la convocatoria del alcalde de la ciudad, los vigueses asisten masivamente a la inauguración de la estatua y de la placa en memoria del Contraalmirante.
Por su parte, el Museo de Pontevedra atesora pertenencias y el fondo documental más extenso sobre Méndez Núñez . Piezas que hasta hace poco se exhibían junto con una reproducción exacta del camarote de la Numancia . El Museo Naval de Madrid también dedica una sala completa al Contraalmirante.
En cuanto a la Armada, su homenaje consistió en nombrar una serie de buques con el nombre de Méndez Núñez, entre las que se encontraba la antigua fragata de hélice Resolución (participante de la batalla del Callao), que volvió a ser lanzada en 1870 transformada en blindada y rebautizada con el nombre del Contraalmirante.
De recorrer la geografía española -especialmente la gallega-, observaremos que muchos pueblos y ciudades dedican una de sus calles a este famoso marino, como es el caso de Vigo, Pontevedra, Moaña, Marín o Cangas.
Por nuestra parte, recordamos a Méndez Núñez haciendo una parada en la calle que lleva su nombre en nuestra ruta » Calles con historia «.
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